lunes, 4 de junio de 2012

El tiempo no perdona, el tiempo pasa. Las cosas cambian, por eso tengo el síndrome de Peter Pan.

A veces pienso que me he quedado estancada en mi niñez, cuando la madurez se aleja del pasado. Mi habitación, mi santuario mundo aparte, donde el arte que se hace con amor no es criticado. No quiero crecer. Todos te miran mal hoy si piensas en voz alta, muchos me miran extrañados al ver todavía mis estanterías de muñecos acumulados. Y sí, sigo sentándome en el sofá con la merienda viendo aquellos dibujitos que hoy día pocos recuerdan. Antes vivía sin más obligaciones y preocupaciones que ser buena y hacer los deberes. La falta de maldad y el alma pura en un corazón puro que deja ver a simple vista al que quiere. Los héroes existen con traje y con capa, las sonrisas que se escapan. A la magia no le buscas truco, atrás queda la ilusión donde puedes volar solo con la imaginación. Cómo a cambiado todo… y aunque lo niego, muchos de mis amigos de la plaza se fueron, y lo echo de menos, lo guardo en mi memoria cual tesoro. Y ya van 17 y aún no me lo creo, dentro de mí está mi yo pequeña, lo mantengo. Sé que cada año más es uno menos. Aprovéchalo, y si vas muy deprisa, echa el freno, porque la etapa más feliz de mi vida fue mi infancia, y más felicidad cuando más grande es tu ignorancia. Cómo pasa el tiempo, y como cambia el pensamiento... Estoy nostálgica, sería mágico volver atrás. Los recuerdos vienen y van, no quiero avanzar, quiero volver a empezar.

El tiempo pasa factura, parece que no espera. Hasta el más niño madura, aunque no quiera. Y debe ser verdad, porque ya nada es lo que era, si sabes dar marcha atrás ven y cuéntame la manera. 

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