miércoles, 28 de marzo de 2012

Tu ángel guardián.

Cuando veo tu sonrisa una lágrima corre por mi cara, no puedo reponerme. Ahora, que soy fuerte, he comprendido cómo este mundo se vuelve frío y atraviesa mi alma, y sé qué encontrarás dentro de mí y que puedo ser la única. Está bien, está bien, las estaciones están cambiando y las olas chocando, las estrellas están cayendo, todas por nosotros. Los días son largos y las noches cortas, puedo demostrarte que seré la única. Nunca te dejare caer, me levantaré contigo siempre, estaré ahí por ti a pesar de todo, aún cuando salvarte me mande al cielo. Porque tú eres mi amor verdadero, todo mi corazón. Por favor, no desaproveches eso, porque estoy aquí por ti. Por favor, no te vallas. Por favor, dime que te quedarás. Quedate, usame como quieras, tira de mi cadera solo para deleitarte y sabré que estaré bien aunque mis cielos se vuelvan grises.


lunes, 19 de marzo de 2012

Teardrops.

Estoy aún atónita, incrédula de la soledad en la que me he metido. Nadie me lo diría hace justo un par de meses. Tiene que ser verdad eso de que cuando algo es tan perfecto no puede ser real. Yo lo he comprobado, sin quererlo, pero eso nunca avisa. Puede que por una parte esté mejor así, porque soy libre, pero puede que por otra esté lamentándome a cada segundo de seguir en vida. Es triste tener que seguir adelante con la idea de que ya no eres mío, pero mucho más lo es con la idea de que nunca lo fuiste, y que esos días jamás volverán, quedaron bajo tierra junto a los recuerdos que cada día pasean por mi mente. Porque me cebo a pensar que yo no tengo la culpa, de que no hay remedio, pero qué quieres que te diga si sigo teniendo tu foto en la cartera, sigo mirando el tren pasar de un lado a otro como si nada, y sigo acordándome de ti cada vez que llueve como si fuera el día del diluvio, por esa bonita frase que recorrerá ahora mismo tu cabeza. Sigo probando a veces a ver si funciona el mechero que me regalaste. Últimamente la llama se enciende, pero eso no quiere decir nada. Sigo esperando que te dure el “colocón” para siempre. Sigo riéndome de tus tonterías cada vez que las recuerdo, y llorando cada vez que te echo de menos. Sigo poniéndome guapa aunque no me vayas a ver. Sigo queriendo viajar contigo a Londres, y todas las mañanas espero tu mensaje de buenos días. Sigo deseando fotografiar medio mundo contigo a mi lado. Sigo escuchando nuestras canciones, y recordando aquella tarde en esa cafetería, donde el resto daba igual, solo estábamos tú y yo. Sigo recordando todas y cada una de tus palabras, tus promesas, tu ternura, tu pasotismo. Sigo durmiendo con el peluche que me regalaste por mi cumpleaños, y nunca me olvido de pensar en ti antes de dormir. Sigo temblando cada vez que me acuerdo de la manera que tenías de besar. Sigo intentando que no se note que por dentro estoy totalmente vacía. Sigo acordándome de ti a cada segundo de mi vida, porque en cada rincón puse un pedacito de ti. Sigo intentando llevarte al olvido, pero se me complica. Sigo con la esperanza de que esto ha sido tan solo un sueño, y que vas a ser tú quien me va a despertar a la mañana siguiente. Sigo sabiendo que ya no pertenecemos el uno al otro, pero sigo sin asimilarlo. Sigo pensando que has cometido un error. Sigo con altibajos todos los domingos. Sigo sin poder fiarme de nadie y escribiéndote para desahogarme, aunque ya no me leas. Sigo queriéndote, no sé cómo.

domingo, 11 de marzo de 2012

Siempre hay una luz al final de este camino, para saber y conocer nuestro destino.

Cuando te conocí creía que eras la persona perfecta para mí, y yo para ti, o al menos eso me hiciste sentir aquellos días que íbamos cogidos de la mano, sintiendo tenerte para siempre a mi lado. Todo es muy bonito hasta que algo así se acaba, parecía ser mi culpa por no ser quien pensaba. Has sido una parte muy importante de mi vida y no te podría olvidar aunque pudiera, no querría. No jugaste limpio, dijiste que me querías, que siempre has pensado en mí sin pasar ni un puto día. Noches conectados sin poder parar de hablar, es como un instinto que yo no podría dejar. No puedo entenderlo, por eso paso de todo, dejar las cosas claras, es otra forma, otro modo. Y si yo pudiese estar donde estarías tú las cosas cambiarían, lejanía es mi ataúd. La mejor solución es la de que no te hablara, tu llanto, el canto de decírtelo a la cara. Una estupidez que vendría por mi parte, eres tú o soy yo, no puedo olvidarte. Tan dulce por fuera, tan aéreo por dentro, no sabía cómo escapar de este tormento que me mata y me quema a fuego lento. ¿Y por qué las cosas se dicen cuando algo termina? Esto solo hace más daño y se clava como una espina, y si desde un principio sabías que no saldría bien, ¿por qué seguir, hacer llorar y dejar marchar al tren? ¿Cómo pudiste decir que me hiciste ilusiones si tú día tras día me demostrabas emociones? Ahí me demostraste que tú nunca habías sentido, desorientada por no saber mi rumbo perdido, y eso me duele mucho. ¿Qué quieres que diga si tú siempre me has demostrado que eras más que un amigo? Y esto no puedo soportarlo, por eso me he enfadado, pero no te preocupes porque esto está olvidado.

Quiero que te quede claro que soy más fuerte que tú, que esos juegos se acabaron y no eran la luz. Escúchame. Y vete, ni una sola mirada más, olvídate de mis caricias que te daban las buenas noches cada día.

domingo, 4 de marzo de 2012

"No pasa nada, estamos hechos el uno para el otro".

Yo te imagino ahora, justo en frente de mí. Tus hermosos ojos, mirándome… Recuerdo el calor que solías darme. Ojalá pudiera traerlo de vuelta, ojalá pudiera tenerlo de nuevo. Yo nunca creí que esto existiera. En el primer segundo en que te vi algo cambió en mí, mis sentimientos florecieron de forma natural. No sé, algo cambiaste en mí. Recuerdo los días que pasamos juntos, daría cualquier cosa por tenerlos siempre, y todas las cosas de las que solíamos reírnos. Me gustaría poder traerlas de vuelta, me gustaría poder tenerlas de nuevo. Ahora sé cosas que nunca supe, estoy aquí afuera y te estoy llamando. Tú significas el mundo para mí, y créeme que es verdad… Te amo.





¿Puedes oírme llamando? Llamándote a ti. ¿Puedes oírme gritando? Gritando por ti. Es como si estuviera desnuda bajo la lluvia, sola y tratando con el dolor.