lunes, 19 de marzo de 2012

Teardrops.

Estoy aún atónita, incrédula de la soledad en la que me he metido. Nadie me lo diría hace justo un par de meses. Tiene que ser verdad eso de que cuando algo es tan perfecto no puede ser real. Yo lo he comprobado, sin quererlo, pero eso nunca avisa. Puede que por una parte esté mejor así, porque soy libre, pero puede que por otra esté lamentándome a cada segundo de seguir en vida. Es triste tener que seguir adelante con la idea de que ya no eres mío, pero mucho más lo es con la idea de que nunca lo fuiste, y que esos días jamás volverán, quedaron bajo tierra junto a los recuerdos que cada día pasean por mi mente. Porque me cebo a pensar que yo no tengo la culpa, de que no hay remedio, pero qué quieres que te diga si sigo teniendo tu foto en la cartera, sigo mirando el tren pasar de un lado a otro como si nada, y sigo acordándome de ti cada vez que llueve como si fuera el día del diluvio, por esa bonita frase que recorrerá ahora mismo tu cabeza. Sigo probando a veces a ver si funciona el mechero que me regalaste. Últimamente la llama se enciende, pero eso no quiere decir nada. Sigo esperando que te dure el “colocón” para siempre. Sigo riéndome de tus tonterías cada vez que las recuerdo, y llorando cada vez que te echo de menos. Sigo poniéndome guapa aunque no me vayas a ver. Sigo queriendo viajar contigo a Londres, y todas las mañanas espero tu mensaje de buenos días. Sigo deseando fotografiar medio mundo contigo a mi lado. Sigo escuchando nuestras canciones, y recordando aquella tarde en esa cafetería, donde el resto daba igual, solo estábamos tú y yo. Sigo recordando todas y cada una de tus palabras, tus promesas, tu ternura, tu pasotismo. Sigo durmiendo con el peluche que me regalaste por mi cumpleaños, y nunca me olvido de pensar en ti antes de dormir. Sigo temblando cada vez que me acuerdo de la manera que tenías de besar. Sigo intentando que no se note que por dentro estoy totalmente vacía. Sigo acordándome de ti a cada segundo de mi vida, porque en cada rincón puse un pedacito de ti. Sigo intentando llevarte al olvido, pero se me complica. Sigo con la esperanza de que esto ha sido tan solo un sueño, y que vas a ser tú quien me va a despertar a la mañana siguiente. Sigo sabiendo que ya no pertenecemos el uno al otro, pero sigo sin asimilarlo. Sigo pensando que has cometido un error. Sigo con altibajos todos los domingos. Sigo sin poder fiarme de nadie y escribiéndote para desahogarme, aunque ya no me leas. Sigo queriéndote, no sé cómo.

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